Cada 10 de Abril, los
Laterales sin proyección deberían prenderle una vela al Dios Fútbol. Cada 10 de
Abril los Marcadores de Punta sin potencia, deberían rezar por la salvación de
sus almas. Cada 10 de Abril los Extremos torpes, deberían arrepentirse por
profanar su posición. Cada 10 de Abril, los “futbolistas” sin fútbol, deberían rogarle al fútbol, un poco de fútbol.
Cada 10 de Abril, desde 1973, el Planeta Fútbol celebra y celebrará el cumpleaños de Roberto Carlos Da Silva, para la alegría de muchos y vergüenza de otros.
Cada 10 de Abril, desde 1973, el Planeta Fútbol celebra y celebrará el cumpleaños de Roberto Carlos Da Silva, para la alegría de muchos y vergüenza de otros.
En “Fútbol de Memoria”
recordamos algunos hechos y personajes que han marcado la historia del Deporte
Rey, suministramos estadísticas, aportamos datos, narramos historias; pero
¿cómo no ponernos románticos al traer a colación uno de los mejores, si no el
mejor, lateral izquierdo de todos los tiempos? El gran Roberto Carlos, uno de
los que nos enseñó que la fantasía no es solo pisar el balón, hacer un taco,
intentar un “sombrerito” o tirar un “caño”… sino que también hay magia en un
cambio de frente perfecto de banda a banda, en un quite deslizante sin ni
siquiera rozar al contrario, en una proyección con drible incluido, o en un
cobro de tiro libre a tres dedos en el que el balón pase por fuera de la
barrera y se incruste en la red después de una curva de otro mundo.
Inició su carrera como
futbolista en el União São João, la
siguió en el Atlético Mineiro, pasó el Palmeiras donde fue compañero de Fredy
Rincón, dio su gran salto a Europa para ponerse la camiseta del Inter de Milán,
llegó al Real Madrid donde ganó todo e integró grandes planteles por 11 años,
salió de España para ir a Turquía a jugar en el Fenerbahçe, volvió a su país para estar
junto a Ronaldo en el Corinthians y terminó su carrera profesional jugando junto
a Samuel Eto’o en el Anzhi de Rusia, club en el cual ahora ocupa cargos administrativos
y es Asesor de Presidencia.
Cuando pienso en Roberto
Carlos, no se me viene a la mente una simple fotografía del crack brasilero, ni
una imagen fija del lateral vestido de “blanco-blanco”. Imagino inmediatamente
una serie de escenas en movimiento, porque si algo destacaba a este gran
jugador, era su dinámica, su desplazamiento, su movilidad e incomparable
velocidad.
Ganador de dos Torneos Brasileirão con Palmeiras; cuatro Ligas de España, tres Súper Copas
de España, tres Champions League, una Súper Copa de Europa y dos Copas
Intercontinentales con el Real Madrid; dos Súper Copas Turcas con el Fenerbahçe; dos Copas América, una Copa
Confederaciones y un Mundial de Fútbol con la Selección de Brasil. Pero
campeones hay muchos, el tercer arquero de una Selección Nacional en un Mundial
de Fútbol, también se cuelga su medalla. Lo realmente valioso de Roberto
Carlos es la contribución para cada título conseguido por sus equipos. Lo
verdaderamente importante es cada partido, jugada, desborde, quite, pase, centro, pasegol y gol.
Algunas calles, algunos barrios, algunos estadios, algunos sitios en el
mundo han tomado nombres de importantes personajes que han marcado una pauta en
el ámbito político, económico, religioso, deportivo, social, etc. Si algún día,
cada parte de una cancha de fútbol fuera bautizada; la raya lateral del sector
izquierdo, debería llamarse Roberto Carlos.
Sus condiciones siempre fueron inmejorables, la potencia física, la
inteligencia, el despliegue por todo el campo y el remate de corta, media y
larga distancia, fueron las armas que lo hicieron un grande del fútbol, quizás
integrante de la Selección del Mundo de todos los tiempos. La pegada de RC no
la vi jamás en otro futbolista. Muchos se preguntan qué pensaría un arquero
cuando veía que él le iba a patear un tiro libre directo. Yo me pregunto qué
pensaría el balón. Cuando Roberto Carlos “disparaba” al arco, el balón quedaba exhausto,
sin energía. El impacto sufrido, la distancia recorrida, la velocidad adquirida
y la fuerza acumulada dejaban cansado al balón. ¿Podría seguir llamándose “La
Pecosa” a una pelota que acaban de “acribillar”? No lo creo. Ninguna peca pudo
haber quedado pegada en la esférica, si es que podemos seguir dando por
descontada su redondez. Me atrevería a decir que después de un remate de
Roberto, el descocido balón debería remplazarse, por reglamento.
Si usted es futbolero, vístase de gala cada 10 de Abril, vaya a la
respostería más cercana, compre su respectiva torta, ponga un poco de samba de
fondo y disfrute recordado al gran Roberto. Ojalá este ritual lo hicieran
tantos que irrespetan la banda izquierda, para que aprendieran tan solo un poco
los que sienten miedo cuando pasan la mitad de la cancha, los que sienten temor
de encarar al rival, los que deberían sentir pena por no proponer ni brindar
opciones de ataque desde su posición.
Alegre dentro y fuera de la cancha y responsable con su equipo, defendía
su arco y ofendía en todo momento, iniciaba como lateral y terminaba como
delantero, pequeño en estatura y grande en talento, humilde siempre y ganador
de todo. Es Roberto Carlos Da Silva: delantero de formación, lateral de
profesión, todoterreno de admiración.
Santiago Aristizábal Pino
Medellín
@tiagoaristi
tiagoaristi88@gmail.com
Excelente post. Roberto Carlos es uno de mis ídolos de infancia, su clase en el campo era inigualable. Y que pegada la del brasileño. A seguir leyendo Fútbol de Memoria.
ResponderEliminarGracias ! Ojalá le haya gusto el primer escrito en "Fútbol de Memoria".
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