Cuando el mundo entero esperaba que los brasileros
confirmaran su favoritismo de cara al título, sustentado en sus buenas presentaciones anteriores sin
importar el rival, hoy vieron a una selección deslucida que se vió impotente
por varios pasajes ante la garra que solo los uruguayos saben poner. Al final, los
destellos de magia de sus jugadores y la presión de su gente generaron efecto y
por la vía menos esperada encontraron el camino que parecía perderse.
Imagen:Confederação Brasileira de Futebol
Las incertidumbres que generaron los de Felipao en la
primera ronda de la copa y que habían sido subsanadas por buenos resultados
finales y actuaciones inspiradas de sus estrellas hoy salieron a flote ante un
rival que se les supo plantar de principio a fin.
En escritos anteriores no he vacilado en resaltar las buenas
actuaciones de los anfitriones, un equipo que llegó con dudas a la competición
por la falta de ritmo, pero que partido tras partido y enfrentando a equipos complicados había logrado subir su reputación, hoy todas las dudas volvieron a
aparecer y en un juego bastante sufrido y protagonizado por la pierna fuerte,
los pentacampeones del mundo lograron
dar el paso final, sabiendo que tienen bastante por mejorar.
Primer Tiempo
Ante los ojos del mundo un nuevo clásico suramericano se planteaba sobre el césped del Mineirao y
sin duda alguna lleno las expectativas, aunque el protagonismo de los brasileros
no fue el esperado.
La enérgica marca de los uruguayos y el taponamiento de los
jugadores que daban las ideas para los Verde Amarelos hicieron que el inicio
avasallador al que se había acostumbrado el local fuera cosa de encuentros
pasados. Hoy, teniendo el balón pero sin profundidad los dirigidos por Scolari
se vieron en apuros y a los 12 minutos facturaban una pena máxima en contra,
cambiando totalmente el libreto del partido.
El encargado de ejecutar fue el experimentado Forlan, que
por fortuna para los anfitriones y sobre todo por la buena reacción de Julio César
no pudo empezar a sentenciar la historia frente a uno de sus clásicos rivales en
el continente. Los más de 57 mil aficionados presentes en el estadio respiraron
profundo y volvieron a la tranquilidad por unos minutos.
De ahí en adelante el juego trascurrió atorado en el medio,
con mucha presión celeste e infracciones de parte y parte con apenas uno que
otro acercamiento, los cariocas nuevamente abrieron el marcador al final del
primer tiempo cuando las cosas más parecían complicarse. Neymar que hasta ese
momento poco lucía, ganó la espalda de los defensas y los supero en el uno a
uno en una jugada ya acostumbrada por
los brasileros, adelantó el balón y trato de englobarlo a un costado de Muslera,
quién logró intervenir pero le dejó el balón servido a Fred que con una
definición poco ortodoxa sentenció el primero para el local.
Julio César y Paulinho - Los héroes en el Mineirao
Al regreso del camerino
El respiro le duró muy poco a los de Felipao, los uruguayos
salieron con impetud y a los 48 de la segunda mitad llegaron al empate por
intermedio de Cavani, los charruas metieron el balón en el área y tras una
serie de rebotes que finalizó en una mala entrega de Thiago Silva, concretaron
el primero rápidamente para ir a buscar el pase a la final.
Los locales no encontraban el camino y el desespero empezó a
surgir, las fricciones aumentaron y Neymar se hizo protagonista por la
simulación y ya no tanto por su juego, el equipo se veía perdido y el público se
empezó a desesperar y a pedir cambios que se hicieron efectivos con la salida
de Hulk (que juega bien pero le cuesta bastante definir) por el joven Bernard y
la de Oscar por Hernanes. Con los cambios, Brasil volvió a tener el control del
balón, la nueva estrella de Mineiro le dio un aire al equipo pero no encontró
la profundidad necesaria.
Con el tiempo corriendo y buscando el triunfo por todos los medios, Neymar cobró un tiro de esquina
y en el fuerte de los celestes Paulinho se impuso en el salto y salvo la tarde en Belo horizonte.
Tras el triunfo, Brasil espera por italianos o españoles,
dejando muchas dudas y a la expectativa de cambios en la formación y con tan
solo un juego por disputar aún existe inconformismo con la irregularidad que ha
primado en todos los encuentros y con la
exclusión de uno de los jugadores que se posicionaba como protagonista en esta
competición (Lucas Moura).
De igual forma a Scolari le queda un año para
resolver las dudas, pero sabiendo que no puede dejar escapar esta oportunidad de
converncer a sus torcedores.
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