El Bucaramanga se mueve y se mueve. No dejan de pasar cosas por la capital santandereana, menos en este inicio de semestre futbolero cuando ha habido tantísimos partidos seguidos. Lo más destacable es la salida del entrenador Álvaro de Jesús Gómez tras las derrotas estrepitosas 3 a 0 ante Unión Magdalena en Santa Marta, y 0 a 2 ante el Sucre FC en el Alfonso López, juego éste que terminó con una emboscada de la hinchada hacia el DT, como nunca antes yo había visto en el estadio. El profesor Gómez, a mi manera de ver, se quedó sin excusas ni argumentos para justificar su pésima labor al frente del equipo Leopardo. Que el equipo estaba enfermo, que el Presidente era una belleza, que el Presidente era el cáncer una vez ido, que había encontrado el remedio, que era una hazaña clasificar, que ahora sí tenía cómo, que él no pidió estos jugadores, que ya poco a poco los está encontrando, que él no tiene la culpa de que Largacha botara ese gol, y así sucesivamente...
La directiva del Bucaramanga tomó la decisión de sacarlo, y todos pensábamos que había en remojo un entrenador, pero no. Resulta que el equipo lo tomó el querido y conocido Chucho Suárez, el de toda la vida; junto al ídolo Jorge Ramoa. A hoy, después de ciertos rumores de que José Fernando Santa y Adrián Magnoli tomarían el equipo, Chucho y "el Coco" siguen siendo el Cuerpo Técnico, y en materia de resultados no se rajan todavía.
Ante Real Santander debutaron y el Bucaramanga salvó un empate con nueve hombres y jugando bastante mal. Largacha se hizo expulsar por enésima vez (ya sabe a cacho), y el equipo tuvo que aguantar, empatar y hasta pudo ganarlo. A fin de cuentas, ese Real que siempre nos pasa por encima jugando al fútbol, hoy no tiene nada y apenas 5 puntos suma en la general.
Ayer el milagro fue para nosotros. Copa Postobón. Habíamos empatado a 2 en casa y con el cambio de DT ni el más creyente confiaba en que podíamos meternos a los cuartos de final ganando en Sabanalarga a Uniautónoma. Pues así fue. Cuando perdíamos, confieso que andaba tranquilo, pues era lo que esperaba; pero el juvenil y debutante Giancarlo Martínez al minuto 90 me hizo gritar de alegría cuando empató el partigo y obligó a los penales. Ahí sentí que esta vez el milagro podía ser nuestro, y así fue. El Bucaramanga lo ganó en penales y recibirá a América el 5 de septiembre con el viento en la camiseta, no sin antes recibir a Fortaleza y de nuevo al Real por el Torneo, partidos en los que deberá ganar sí o sí, si quiere seguir en la ilusión de disputar las finales de la infernal B.
La vida del Leopardo es un vaivén de noticias, resultados y panoramas. La hinchada ansiosa de ganar se hace mala ganadora, pues cuando vencimos a Uniautónoma 2 a 0 por torneo ya nos creíamos los mejores, y cuando perdimos con Sucre 0 a 2 en casa nos queríamos comer vivo al señor Gómez. El ambiente en Bucaramanga es dificilísimo. Un amigo mío me dijo que solo cuando nos demos cuenta de que no somos el llamado a ascender deportivamente, de que somos uno más en la B, de que descendimos hace ya 4 años, solo allí podremos empezar a edificar ese soñado ascenso. Yo estoy en ese proceso, y ya me he resignado a pensar que 2012 lo salvamos con la salida del nefasto Cadena, y que en 2013 la directiva deberá mostrarnos su verdadera cara. Solo en diciembre del año entrante podremos juzgarlos de verdad.
Por ahora yo quiero seguir soñando, hasta con la Copa. Si no, ¿qué sentido tendría seguir yendo a la cancha?
0 comentarios:
Publicar un comentario