Con Fútbol en la sangre: ¿Y qué me hace grande?

Como siempre hablar con colegas se presta para inspirarse y hablar un poco de fútbol. Después de tanta discusión, polémica y demás;  de tanto fanático que vanagloria su club mientras demerita los de los rivales, queda la extraña sensación de sentirse como un vendedor de ilusiones que además juega a la competencia desleal, ¿Quién tiene la razón? , después de todo no hay verdades absolutas.Aunque no podamos asegurar quien es mas que quien, si podemos aproximarnos hacia que debe tener un equipo grande. Más de un club debe preguntarse, ¿Y que me hace grande?

1.       HINCHADA.

Si nuestro equipo cada vez que juega llena estadios, acapara titulares, observamos en lugares totalmente lejanos a nuestro feudo las camisetas y banderas con nuestros colores. Si en cada colegio, oficina y hogar se convierte en tema obligado (sin importar si esta bien o en crisis), es muy probable que estemos ante un equipo grande. Si mi equipo no llena ni una cancha de microfútbol, es realmente jodido que hablemos de un titán.

2.       PRESTIGIO.

Es de las cosas más complicadas de lograr, hacerse de un nombre en el mundo del fútbol, y mucho más que quede para la posteridad. Y medir esto se hace de muchas formas. Los equipos con más prestigio tienen la capacidad de atraer a grandes jugadores a pesar de no contar muchas veces con solvencia económica. Los equipos con prestigio son referente inmediato del fútbol de cierto país, o de torneos específicos.  Si al nombrar a mi equipo y alguien no sabe distinguir si es de la segunda división griega, de la liga chipriota o es el nicolukas sports (??) de la copa navidad de mi barrio; en verdad es complicado hablar de grandeza y con esa fama ¿Cuál  jugador de nombre aceptará ser parte de mi nómina? (Favor bajar la mano quien dijo Rivaldo, Roberto Carlos, Samuel Etoó, etc…y remitirse al siguiente factor). También esta el estilo de juego, ser reconocido por expertos e ignaros por igual como representantes de un juego exquisito o de garra, eso también logra inmortalizar a un equipo.

3.       DINERO. (Y NO POR EL DINERO).

Que bueno es sacar la chequera y salir de compras en mercado de verano (o invierno) y traerse a Pele y Beckenbauer a jugar a nuestro equipo. Y es algo común, ver a equipos norteamericanos, chinos, japoneses, rusos, árabes, hindúes y hasta uno que otro de una liga reconocida pero con cierto aroma a petróleo; que pretende ganarse nombre cual nuevo rico  y como levantado que es puede hasta tener la mansión mas lujosa del sector, pero aunque la mona se vista de seda mona se queda.  Dirá alguno que los grandes se han hecho a punta de plata; es cierto, pero esos grandes son equipos bien administrados, con grandes periodos de prosperidad económica y que no viven solo de taquillas.

4.       TÍTULOS

Lo que en verdad enorgullece al hincha son los trofeos de la vitrina, si nuestro equipo tiene el honor de ser los más ganadores de un país y si además podemos sumarle varios títulos internacionales  o por lo menos haberlos tenido a vuelo de pájaro.  En cambio si la copa más cercana que hemos tenido es la de la baraja española y solo hemos escuchado la palabra “internacional” en un concierto de Jorge Barón; ni por más ilusos que seamos podemos decir que nuestro equipo es grande.

                                             

5.       TRADICIÓN 

No siempre se gana a punta de camiseta, pero puede pasar y mucho. Si su equipo al pisar el terreno, logra que mágicamente sus rivales les tiemblan las piernas, practiquen la táctica murciélago y al final del encuentro corran detrás suyo para pedirle la camiseta, un autógrafo o una foto para Facebook; es muy probable que su equipo sea grande. Esto no se gana de un momento a otro, años de grandes campañas y estar en la cúspide es lo que se necesita para este efecto. Suena discriminatorio, pero si su equipo no tiene ni 20 años de fundado, es complicado que sea tradicional. Y sin tradición no hay grandeza, punto.

Contado lo anterior  quedan tres preguntas:

1. ¿Mi equipo preferido es grande?: Lo invito amigo (y enemigo) lector, a que usted se haga el autoexamen (y antes que empiece a palpar ciertas partes de su anatomía); me refiero, a que evalúe su equipo respecto a los cinco factores que mencioné. ¿Necesito cumplir con los cinco?: Si, una combinación de los cinco. Recuerde que el orden de los factores no altera el producto y la ausencia de uno si se tira todo.

2. Si mi equipo es pequeño. ¿Puede llegar a ser un equipo grande?: Claro que si, equipos que solían ser pequeños a principios del siglo XX, a mitad de siglo se consolidaron y son gigantes de hoy, a su vez en los últimos años equipos que eran simplemente animadores dieron el gran salto hacia la élite.

3.  Si mi equipo es grande. ¿Puede perder esa grandeza?: Aquí es donde la puerca tuerce el rabo y me ganare más de un crítico; pero es mi punto de vista. NO. Nadie le quita a uno lo bailao¡¡. Supongamos que soy hincha del equipo más ganador de la historia. Y por cualquier motivo (que no me detendré a detallar) mi equipo dura 50 años sin ganar ningún trofeo, por más que ese hecho sea grave, preocupante y tumbe técnicos; eso no invalida lo conseguido. Ni un descenso anula la gloria alcanzada en las máximas categorías. Ni la desaparición total podrá borrar la huella dejada en la historia del fútbol.

Por: Rubén Casas

Bogotá DC.

@rubenchocasas

rubendarioc.d@gmail.com