Tribuna Merengue: Los Relatos de un buen hincha madridista - primera parte




Los Relatos de un buen hincha, hincha que sufre a su equipo Merengue. Aquí comienza la aventura de un buen hombre que solamente, quiere ver su equipo triunfar...




Era muy temprano, aún el sol no hacía su progresiva y majestuosa entrada. Un pequeño reloj anunciaba el inicio de la nueva jornada. Su sonido inconfundible hacía resonar la vieja madera de la mesa que, mañana tras mañana había sido testigo de la vida de este buen hincha. La rutina era siempre la misma, tomar la compleja de decisión de levantarse, tomar la toalla -obviamente blanca- y dirigirse al baño. Pero al cerrar la puerta de aquel sagrado recinto fue como insultar a la mamá del señor Don Karma. Su suerte cambiaría, su suerte, como el desodorante, lo abandonaría.

Al abrir la llave de la regadera una espantosa y asesina ráfaga helada de agua ¡golpeó su cabeza! Como si el iceberg del Titanic hubiese desatado su ira contra su cuerpo; sintió el odio de su propia casa. Con millones de agujas punzando aún su cabeza recordó el aviso que había leído la noche anterior, el calentador estaría en reparaciones por unos cuantos días. No iba a dejar que nada dañara su día, ese día jugaba el Real Madrid.

Ya tranquilo, limpio y expectante por el gran día que que le esperaba, se sentó a la mesa tomando su acostumbrado desayuno. Pero el odio había poseído su teléfono celular que al sonar tan duro como el grito de un gol de campeonato, este apasionado hincha giró bruscamente su cuerpo y cada gota del desgraciado café ha tenido la única opción de manchar la hermosa camiseta del Glorioso equipo Merengue. Sintiendo el caliente líquido en su abdomen que lo atormentaba y como la ira se apoderaba de su boca gritó: - ¡Vida hermosa! ¡Les ganamos 2 clásicos en 4 días! ¡"Bendito" seas Barça! -

Estas palabras aliviaron el odio y trajeron a su memoria las imágenes de hermoso goles anotados por los mejores. Su camiseta era un desastre, pero hoy jugaba el mejor de todos. Así que este buen hombre abrió la puerta de su armario y ahí, como un ángel sin tocar el piso brillando por la gloria de 111 años estaba su camiseta del Real Madrid. La tomó con reverencia y pasión, admiró sus líneas, colores y el tejido preciso del escudo; hoy era un buen día para no rendirse.

Camino hacia su trabajo, como de costumbre compraría el diario en busca de las buenas nuevas que el mundo proclamaría acerca del glorioso Real Madrid. Pero de repente no había ni siquiera una revista de media categoría en el stand, todo lo había quemado un hincha de algún equipo resentido y frustrado. Pero no tuvo necesidad de buscar demasiado, viendo las noticias matinales sus ojos se llenaron de orgullo viendo que el mundo reconoce que no es un día común y corriente. Jugaba el más grande de todos, El Real Madrid.

De una manera orgullosa sonríe a quienes lo miran en el transporte público, no todo había sido malas noticias; parada tras parada alguien quedaba con el grato recuerdo y otro se dejaba cautivar por la hermosa pureza de aquel color. Y aunque lejos de él, en el mismo bus, había un hombre musculoso con la camiseta del Manchester United, a este devoto seguidor de los Merengues no le importaba, seguía sonriendo ampliamente, su corazón latía la cantidad de goles que su ídolo había marcado fecha tras fecha. Veía como todas las chicas lindas vestían una prenda blanca y se enamoraba de cada una de ellas. Todo era perfecto.

¡PERO EN CUESTIÓN DE SEGUNDOS EL ESTRUENDO LO DESPERTÓ DE SU PERFECTA FANTASÍA! 

No logró aferrarse a ninguna de las barandas yendo encima de una de las chicas bellas que estaba mirando. No se detuvo ahí, no sin antes arrancarle el peluquín a un señor de avanzada edad, rasguñar la cara de una amable señora, sacarle el aire a un niño de tan sólo 10 años y terminando por pellizcar la nalga a una bella dama que estaba en ¿el techo? ¡El universo una vez más estaba literalmente al revés!

Su bus se había volcado esquivando a un imprudente hincha del Barcelona quien cruzaba por el lugar menos indicado. Levantándose lentamente, pisaba una y otra vez manos, pies y caras de decenas de personas. En la calle todos veían con terror el gigantesco bus patas arriba, pero veían con muchísimo más asombro lo que este hincha madridista llevaba en sus manos.
Este buen hombre sabía que era a él quien miraban sorprendidos.

Subió sus dos manos lentamente como quien teme lo peor. En su mano derecha había un trozo de camiseta cuyo escudo era un diablo y en su otra mano había un pedazo de pantalón rojo. De inmediato escuchó un llamado a grito entero desde el destruido bus, sabía que era a él a quien gritaban. Lentamente giró su cuerpo y vio al gigantón muy mal humorado con una camiseta roja rasgada en el sector del escudo; su novia también estaba a su lado con media nalga descubierta, claro, ella era la chica del pantalón rojo.



Continuará...





Juan David Ríos Olave

Bogotá, Colombia
@JuanRCharcos
Escritor para Fútbol Libre y Toco Madera Blog.

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