Sucursal Verde y Blanca: A oscuras.

Foto: imageforum.
Viajar a Paraguay en medio de la agitación negativa provocada por la eliminación prematura de la Liga Postobón, suponía para Cárdenas y sus dirigidos una prueba de fuego a la que se debía salir airoso si lo que se quería era apaciguar la furia, tristeza y reclamos que recibe un técnico que fue producto de un accidente inesperado.

Como si la mala campaña no bastara para hace sufrir al equipo, las lesiones de último momento quisieron unirse al fatídico momento por el que atraviesa el verde y blanco. Lizarazo y Bolívar sufrían lesiones musculares que los marginaban del partido contra Cerro Porteño por la fecha 6 de la Copa Libertadores. Cárdenas, trabando varios días antes, confeccionó un plan que funcionaba a la perfección aunque dentro de lo estipulado se sufriera.


Ejecutar lo estipulado.

La idea era clara: esperar, robar y hacer daño al espacio a un Cerro Porteño pospositivo. Así llego el gol. Cuéllar realizo una jugada majestuosa que dejó como saldo dos rivales desparramados. El colorado asistió a Robin que hizo un gran desmarque para luego dar el pase atrás que Marrugo transformó en gol. 0-1 y la Olla presenciaba el primer gol del conjunto azucarero en condición de visitante. Desde la transmisión por tv algún periodista dijo: "Cárdenas ni se inmutó con el gol"

El comportamiento del DT, ante el gol de Marrugo, lo entendimos todos, o al menos yo. La ventaja tempranera iba a obligar a que Cerro se volcara contra el arco de Faryd y, ahí, iba a ser probada la defensa, esa que se caracteriza por ser tan frágil, penetrable, blanda. Los Paraguayos tomaron dicha postura. Intentaban una y otra vez llegar al gol, dejando espacios que se aprovechaban por parte del conjunto azucarero pero que no encontraban en la finalización la recompensa deseada.

Infortunio y adversidad insuperable.

Camacho finalizó mal una acción de gol que tranquilamente pudo ser el 0-2. El despilfarro se iba a pagar caro, pues en menos de diez minutos Deportivo Cali sufriría dos goles que colocaban al equipo a remar en contra. El primero (1-1), un auto-gol de Payares, al que no hay que criticar pues el gol tuvo su origen en una pérdida innecesaria por parte de Viáfara que quiso salir jugando y perdió el balón. El 2-1, pasividad absoluta de la defensa de la cual sacó ventaja Güiza.

Los dos goles en contra ilustraban una situación conocida a la que casi siempre era imposible sobreponerse. Lánguidos con el balón en los pies, sin poder dar ni siquiera tres pases seguidos y con el golpe anímico en la punta de los labios, los jugadores dejaban ver que el gol del empate debería imaginarse para la etapa complementaria.

Inicio del segundo tiempo: otra cara.

El segundo tiempo inició con un aire distinto. Aire propiciado en gran parte por la "tranquilidad" que el marcador daba a el conjunto guaraní. Cerro Porteño dio un paso atrás y asumió el plan que el Deportivo Cali aplicó en la primera etapa: repliegue, robo y atacar los espacios en busca del gol que sentenciara el partido. Deportivo Cali, pregonando los conceptos a los cuales tanto alude el DT, empezó a combinar y a proponer partiendo de la pelota. La mejoría era visible pero el gol imprevisible. 

Cárdenas decidió mover fichas. Rivas ingresó por Viáfara. Re-composición de sistema: dos delanteros y Camacho-Marrugo más sueltos. Recién ingresado Rivas intentó un remate que puso en desvelo la angustia del equipo: todos le reclamaron. El juvenil hizo caso omiso y, en lugar de equipararse a sus compañeros a través de una discusión contraproducente, respondió con el gol del empate (2-2) que abría de nuevo la rejilla por la cual entraba esa luz que diera vida al equipo.

Antorcha sin fuego.

El despliegue con balón era mejor pero después del empate la circulación se tornó lenta, previsible. Sin esa chispa  en ataque, productora de la sorpresa, todo se hacía menos fácil para penetrar a Cerro Porteño que creaba una muralla protectora alrededor de Fernandez.. Por otro lado, cada pérdida en ataque se transformaba en un martirio al que Torijano-Payares-Pérez quisieron plantar oposición pero encontraron en un penal, mal sentenciado, el juicio final que declararía la eliminación del conjunto de la Sultana del Valle. Dos Santos transformó en gol el tiro desde los once pasos.

Con un jugador menos a falta de 10' minutos por terminarse el partido y la temporada del Cali, la remontada era imposible, utópica. Cárdenas decidió hacer una sustitución -Higuita por Cuellar-, que donde hubiera sido antes, le habría asentado muchísimo mejor al desarrollo del juego.

Semestre en la hoguera.

La última esperanza por mantener vivo el semestre perdió  energía a medida que correr de los minutos derivaron en el pitazo final. La derrota deja al Deportivo Cali sumergido, aún más, en un trágico momento que parece encontrar su mejor medicina en el tiempo. La pésima dirección administrativa, que contó con escándalos, discusiones y despidos, fue en gran parte la causa que generó este desastre futbolístico al cual tienen que poner cara los jugadores, víctimas, como el DT, de una ruta construida sin planificación y con caminos con más desventajas y agujeros que soluciones; y al que tiene que sufrir, como siempre, una hinchada dividida, fragmentada, que nunca constituyó un respaldo para un grupo de jugadores que intentaron que la rendija de la luz siguiera, por lo menos, con una fisura por la cual entrara la esperanza. Esa que se tenían entre los brazos para "salvar el semestre" y que se ha ido sin tener compasión alguna.

El semestre ha terminado de la peor manera: eliminados de Liga a cuatro fechas de culminar el todos contra todos y despedidos en Copa Libertadores en la fase de grupos. Y lo que es peor, desarrollando un juego que todavía carga con el tapiz de escombros producidos por el anterior DT y los cuales tardarán bastante tiempo en ser removidos. El retorno al torneo internacional más importante de Sudamérica no dejo el resultado que esperábamos. Ahora lo único que queda es seguir depurando el juego del equipo pero con consignas claras, que vayan acompañadas por el apoyo directivo y el respaldo de la hinchada. Que el equipo encuentre una idea a la que aferrarse y no que sea títere de la inmediatez resultadista causante de los innumerables "procesos" que nunca se han iniciado.

Por ahora ya no hay chances de nada. El equipo le dice adiós a la temporada y nosotros, como nos caracteriza, seguiremos hinchando por estos colores que llevamos con orgullo y a los que queremos ver, en un futuro, en la mejor situación posible. Y no como Leonel, que dijo adiós, y dejo al equipo padeciendo su infumable herencia de la que Hector no se pudo despojar y que, al final, nos dejó a oscuras.

Por: John Alegrias.
Twitter: Culpable_
Santiago de Cali, Abril 09 del 2014.

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